La historia de Jon Hákarl continua con esta tercera parte
¨Quizá
deberías aprovechar la visita a la ciudad para comprar unas botas
nuevas", dijo sonriente Grizz. "Y seguro que tú vendes
buenas botas de piel, bribón", respondió alegre Jon mientras
miraba el carro cargado de pieles y ambos estallaban en una
carcajada. Al anochecer, acampan en un prado cercano y preparan un
estofado. Es entonces cuando Jack mira a Jon y pregunta: "¿Es
cierto que eres un...?" "¡Silencio muchacho!", lo
reprendió su padre. Jon fijó la vista en el pequeño y replicó:
"Te contaré una historia chico".
"Nací
en un pueblo de la costa oeste llamado Fiskur Hús", comenzó
Jon, si bien llamarlo pueblo era quizás ser muy generoso. Se trataba
más bien de una aldea, puede que ni eso, pues apenas contaba con 3
familias. "La vida era dura, animales de granja y la mar era
cuanto teníamos. Pocas posibilidades de prosperar y nada de valor
que defender mas allá de nuestras vidas. Pero en los tiempos
oscuros, hasta la vida se convirtió en moneda de pago" completó
Jon y Jack se estremeció al oírlo.
Junto
al fuego, Jon continuaba su historia: "Hacía 10 años que
Sigrid "El Conquistador" había unificado el continente
bajo una sola bandera. Pero unas fiebres estaban ganándole la
batalla que nunca perdió con la espada. Sus generales lo sabían y
la desconfianza había crecido entre ellos. Todos querían un trozo
del reino y no estaban dispuestos a servir a ningún otro señor. A
la muerte del Rey, la guerra fue inevitable. Se cruzaron espadas, se
pronunciaron amenazas y la paz se rompió en mil pedazos".
"Uno
de los generales, Cynfor Blaidd, se autoproclamó Rey en el Norte y
erigió un castillo a orillas del bosque de Lichtwald que sería la
capital de su reino: Wolfthir. Reinaba junto a su hijo Fenrir y su
fiel escudero Arth Marw. Pero las guerras no se ganan con castillos
si no con soldados. El Rey Blaidd no reclamó diezmos a sus vasallos
si no jóvenes fuertes y sanos que sirvieran sus deseos de gloria y
conquista. Mi padre recibió una oca y a tú edad me convertí en
montaraz al servicio el Rey", proseguía Jon mientras Jack
escuchaba atentamente.
Para
defender el acceso al norte desde el sur levantó la atalaya de Dol
Hûl. El cuerpo de montaraces se convirtió en mi familia y la
atalaya en mi hogar. Al frente de la guarnición se encontraba
Torrance, un tipo rudo pero de buen corazón. Junto a él vivíamos
Pine, Keyne, Anwil, Tremain y yo mismo. En aquella pequeña morada no
había apellidos. Todos reclutados del mismo modo, y aun así,
hermanos.
"Durante
11 años vigilamos y protegimos la frontera sur, hasta que una mañana
de primavera las tropas del León asaltaron la atalaya. El atroz
combate terminó cuando fui el único montaraz en pie. Se me perdonó
la vida y las huestes del León avanzaron hacia Wolfthir,
reduciéndola a escombros antes del otoño. El Reino del Norte se
desvaneció"
"Hace
unos meses, en una taberna de Cildraeth, un hombre se acercó a mí.
Aunque no portaba emblemas en sus ropajes, reconocí su rostro al
instante. Me ofreció un trago como pago por mi tiempo y se sentó a
mi mesa. Dijo que necesitaba mi ayuda para entregar una carta en la
ciudad y acepté" "¿Quién era? ¿A quién va dirigida?"
Interrumpió Jack. Jon se tomó un segundo y respondió: "Al rey
de estas tierras, Lars Mähne".
Continuará...